Esta, en realidad, es una etapa del Camino Francés, pero que nosotros hemos aprovechado para adentrarnos en el Camino de Invierno. Etapa conocida que ya realicé el año pasado. En esta ocasión entramos en Castrillo de Polvazares, el hermoso pueblo que el año pasado pasé de largo. Julián me insistió mucho y creo que vale la pena pasar por aquí haciendo un pequeño desvío. Pasamos por Santa Catalina de Somoza, El Ganso y llegamos a Rabanal del Camino. Aquí comienza a endurecerse un poco. Subida a Foncebadón, paso por Manjarín, donde nos hacemos unas fotos. Bueno, nos la hace el Hospitalero fiel que siempre está atento a las necesidades del peregrino y continuamos a la Cruz de Ferro. Aquí ya nos empieza a llover. A ponerse los chubasqueros y protegerse contra el agua. Bajamos a El Acebo. Sigue lloviendo copiosamente, pero hay que seguir. El descenso, ya por carretera, a Riego de Ambrós con la copiosa lluvia y la peligrosidad de las curvas de descenso nos hace llegar a Molinaseca tiritando de frío y con los dedos de piés y manos congelados. Entramos a tomar algo caliente. ¡Redescubro el Cola-Cao! Está buenísimo. Mientras esperamos comienzan a llegar del grupo de Avila. Hay que tomar una decisión. Parar a comer o seguir a Ponferrada (solo faltan menos de 10 km.) y allí, después de una buena ducha, ir a comer… Gana la 2ª opción. ¡Que gran acierto! Seguimos rápido para llegar pronto. Entre unas cosas y otras vamos a comer a las 4 de la tarde, pero secos y duchados… Ya luego a la tarde me esperaba mi buen amigo ponferradés, Juan Rellán, que me mostró las excelencias de su villa (monumentales y enológicas) al tiempo que desgranábamos las vivencias de nuestra infancia.