Hoxe temos a intención de “atacar” o Teide. Esperamos que nos faga un día propicio para admirar ese entorno tan singular. Así comezamos o ascenso por Guía de Isora. O día está soleado e expléndido. Xa subidos a casi 1000 metros de altura a paisaxe é dunha beleza incomparable. Contemplamos o mar e Gomera ó fondo…
Segundo seguimos subindo a paissaxe é cada vez máis volcánica. O Teide xa comeza a estar presente.
Xa de boa mañá, logo do pertinente almorzo, comezamos o periplo encamiñándonos, via Santa Cruz cara o fermoso Parque de Anaga. Vexetación autóctona impresionante con laurelsilvas, cactus, chumberas e a increíble plantación de viñedos polos sucalcos imposibles de barrancos inacesibles. Así descendemos ata Taganaga. Non se pode mirar para abaixo. Da vértigo. Ó fondo, o mar emperifollado salpica a espuma nas rocas volcánicas.
Un campesiño véndenos figos chumbos recén arrancados da chumbera e xa preparados para degustar.
Baixamos a Roque de las Bodegas, onde disfrutamos da paisaxe e mesmo dunha cervexa fresca nunha terraza.
De aquí saímos cara a Punta del inglés. Magnífico paisaxe onde podemos apreciar a división da illa pola chamada “dorsal” que separa a zona con vexetación da zona escarpada e pedregosa. Divísase a Laguna, Sta. Cruz…
Aquí vivimos unha mala experiencia. En canto baixamos do coche e en menos de 1 minuto fomos testigos de como xente de malas artes romperon un cristal do coche duns turistas alemáns e roubáronlle os pasaportes, diñeiro e tarxetas de crédito. Non o podiamos crer. Estábamos un montón de xente e non nos enteramos. Uns taxistas que traían turistas explicáronnos que era moi habitual nos miradores. Chamaron á policía. Nos estivemos comunicándonos coa parella de alemáns en inglés. Explicáronnos que tiñan as mediciñas de el (o marido). Que era diabético e que as precisaba antes de 3 horas. Todos estivemos tratando de averiguar se podíamos localizar ós ladróns, ou polo menos recuperar documentos e medicamentos… Inútil. Aínda que unha señora aseguraba haber visto a unha muller que corría por unha edificación medio derruída, non fomos quen de atopala, nin a ela nin restos do roubado.
Nós quedamos coa parella, tranquilizándoos e falando con eles namentras chegase a policía. Que por certo o fixo con dilixencia. Unha xove parella de policías nacionais chegaron e pedíronnos que lles explicásemos o procedemento a seguir. Trataron de rebuscar entre as ruinas e o sendeiro que baixaba pola montaña, pero non atoparon nada. Ó final acompañaron a parella ata Sta. Cruz. Despedíronse de nós moi agradecidos. Desexámoslle sorte.
Xa solucionado o tema tomamos camiño cara La Laguna. Vila moi coidada e cunha beleza considerable. Está plagada de casas señoriais. Unhas boas rúas peatonalizadas. Ideal para callejear.
Xa de aquí regresamos a Adeje. O día foi intenso en emocións e sensacións…
Hoxe foi un día de visitas familiares. Visitamos en primeiro lugar Candelaria, coa súa Basílica e a súa impresionante plaza e logo fomos a Güimar e Arafo onde pasamos unha agradable tarde coa familia.
Pola noitiña acercámonos a Santa Cruz, demos unha pequena volta antes de volver a Adeje.
De boa mañá comeza a chover. Ó momento luce o sol. Pero a temperatura sempre agradable: 22º. Collemos o coche e comezamos o periplo encamiñando os nosos pasos ós Gigantes. Subida forte ás cumbres para logo baixar ata os acantilados impresionantes dos Gigantes. Alí comeza a chover a gusto. Un río cae pola carretra que descende ata o porto.
De aquí saimos cara Garachico subindo por Tamaimo e Santiago de Teide. A paisaxe é impresionante: flora autóctona en medio dunha neboeira e, por veces, choiva constante. En Garachico recíbenos o arco da vella.
Alianza co tempo que non se cumpre, xa que por veces cae auga que non se sabe de onde ven, pois está todo despexado. Alí na oficina de turismo empápannos de información e da historia da zona. 
Alí vamos a tomar unhas excelentes tapas acompañadas con viño da zona. Exquisito.
Ata o gofio e as papas arrugás nos saben a gloria. Hai un grupo de bares que se xuntaron para compartir degustacións de diversas tapas típicas con viños da zona. Precio moi asequible (2,5 €) e cantidade e calidade moi aceptables. Garachico deixounos un bo regusto. Quedáronnos ganas de voltar.
A continuación seguimos cara Icoz de los vinos. Está moi cerca de Garachico. É unha población moi empinada (como casi todas) e que ten varias cousas indispensables: o drago milenario, o centenario, os seus (como non) viños (por algo o apéndice do nombre), o palacio dos Cáceres, a súa xente amable (constante en toda a isla). Callejeamos polas rúas da vila e saboreamos os seus viños. Quedamos en volver. Quedaron cousas no tinteiro.
O Teide sempre presente. De aquí fomos a Puerto de la Cruz, onde paseamos polo centro e admiramos as suas terrazas e temperatura agradable.
Hoy comenzamos la última etapa de esta travesía. Estamos ansiosos y, a la vez, tristes porque la aventura, como todas las aventuras, toca a su fin. durante el desayuno hablamos de la necesidad de ir diseñando la siguiente. Buena señal. Hemos quedado satisfechos, a pesar de las dificultades. Así, con estas cosas y la preparación de nuestras monturas, afrontamos la última etapa. Román, el valiente, aunque no durmió en toda la noche y sin desayunar, no quiere dejar sin terminar la aventura y dice que aun que sea a pié, arrastrándose, o como sea quiere llegar a Santiago hoy. Salimos de Melide. 
Yo retomo el camino, pues ellos han decidido seguir la carretera de Lugo a Santiago hasta las inmediaciones del Monte do Gozo, donde hemos quedado de vernos. Yo esta ruta la tengo reciente, pues hace menos de un mes que la realicé cuando hice el Camino Primitivo. Paso Boente, donde entro en la capilla, como la vez anterior, a sellar y visitar la estatua del Apóstol. 
Continúo por Castañeda y llego a Ribadiso donde sello, también, como la vez anterior. Así paso Arzúa sin detenerme y atravieso Preguntoño, Calzada, Calle y Boavista y empiezo a remontar el alto de Santa Irene. Llego a Pedrouzo, paso por S. Antón, Amenal y Cimadevila. Ya solo faltan 15 kilómetros para O Monte do Gozo. Rodeo el Aeropuerto. 
Hoy hay peregrinos, pero no tantos como ayer. Es lunes. Un colegio de niños de Melide están haciendo el camino con sus profesores. Los niños son increíbles. Alguno viene corriendo a mi paso para hacerme preguntas. “¿De dónde eres? ¿Desde donde vienes? Pues hace un rato pasaron otros que también vienen de Roncesvalles. Buen camino”. “Hasta luego, campeones”, les respondo y sigo mi marcha. 
Atravieso Labacolla, Villamaior y S. marcos y llego, por fin al Alto do Monte do Gozo. Mis amigos acaban de llegar también. ¡Cómo me alegro! sobre todo por Román. Está eufórico y contento. Dice que es el día que mejor se encuentra. ¡Y sin comer!. Me cuentan que pasaron una pandilla de niños de un colegio… Así que… ¡eran ellos los que me contaban los niños que acababan de pasar!. Hacemos las fotos de rigor y continuamos juntos la marcha hasta la Plaza del Obradoiro. 
Allí nos esperan las chicas. Vamos con la fila de peregrinos que entran en Santiago. Una pandilla de ciclistas catalanes se unen a nuestra comitiva. Entramos en la ciudad por las calles empedradas y llegamos al Obradoiro. Allí están Marisol, Juanamari y Asun esperándonos. Nos abrazamos. Brindamos por la finalización de la etapa y de la aventura. Luego vamos a recoger la Compostela y a comer para dirigirnos a casa.
Satisfacción de terminar, de cumplir los objetivos marcados, de compartir tantas experiencias con tan buenos amigos. Tenemos en nuestra retina tantas imágenes… en nuestra memoria tantos episodios… Las poesías de Román, las bromas de Argimiro… En fin. SATISFACCIÓN.
Nos quedan ganas de repetir otra parecida. Ahora necesito unos días de descanso. Las piernas las tengo bien, pero parece que me piden por lo menos 3 ó 4 días de descanso.
Track y datos aquí.
Hoy nos levantamos como siempre. Román sigue mal, pero animado a seguir. Yo, atascado. Tomo otro antihistamínico. Salimos con dirección a Palas de Rei. Las piernas comienzan a estar cansadas de pedalear, por lo que el ritmo es cansino todo el tiempo, sobre todo cuando aparecen pendientes considerables. Ya la salida de Sarria se nos presenta como subida (sin calentar, además). 
Seguimos subiendo hasta Barbadelo, Rente, Brea y Ferreirós. No todo es subida, aunque es lo que más abunda. También hay bajadas por empedrados y por montones de grava que parece ser tienen intención de extenderla por el camino, pero ahora son pequeñas montañitas que fastidian tanto las subidas como las bajadas. hay trozos encharcados. 
En uno de ellos que baja un torrente y se puede pasar gracias a que en el medio pusieron de forma intermitente unas piedras grandes para ir pisando, me encuentro con una pareja joven de argentinos que van en bici (que me perdonen si fueran uruguayos, pero no distingo el acento). Hablamos un poco de la dificultad del tramo y me dicen: “Esa cadena pide grasa, ¿tenés?”. “No, gracias, antes tengo que lavarla, pues aún traigo barro de la rioja”. Paso Las Rozas y en Mercadoiro, pasamos Vilarchá y ya Portomarín. Espero por ellos. Tomo mi plátano y mi naranja y cuando llegan salimos ya pronto Hacia Palas. 
Ahora vienen unas subidas que, con el sol se hacen duras. Gonzar, Castromayor… ¡oh fortuna!, pincho la rueda de adelante. Como lleva líquido sellador, intento echar aire… Nada… el agujero es más potente que el líquido. Con desgana y bajo un sol de justicia comienzo la maniobra para cambiar la cámara. la cambio, pero el bombín mísero que traigo (tengo que acordarme de cambiarlo) no es capaz de insuflar aire suficiente para salir. Vuelvo atrás (había un barzucho y vi a varios ciclistas “cerveceando”) y me encuentro, menos mal. con las dos parejas de jóvenes que nos venimos siguiendo los pasos desde Portela de Valcarce (coincidimos en ese Hostal y el la Pensión A Pedra de Sarria). les pregunto si tienen un bombín decente y pronto una de las chicas va a buscar el suyo y me lo deja (¡tiene hasta un medidor barométrico!). Insuflo aire suficiente y continúo la marcha. Ya es tarde. Es hora de comer y aun no llegué a Palas. Llamo a mis amigos y también andan dando vueltas por la carretera y aún no han llegado a Palas. Ventas de Narón, Ligonde, A Eirexe. 
Llego a Palas y me llama Argimiro. que vaya comiendo que ellos vienen retrasados y aun no llegan. Entro en el mesón a Forxa. Voy seco. Terminé el litro y medio del Camelback. De entrada caña fresquita y a pedir el menú. Como con avidez. parece que me recupero un poco y cuando ya estoy con el café llegan mis amigos. Agotados. Román dice que va a pedir a las chicas que lo vengan a buscar. Llamamos. Están comiendo en Melide, hartas de esperar por nosotros. Comen. Román sólo un puñado de arroz y ya comenta que le parece una faena no hacer los 15 kms. a Melide.
Llamamos otra vez para interrumpir la llamada de socorro. Terminamos de comer (bueno Argimiro y yo, claro) y comenzamos a hacer los 15 kms. susodichos. Opto por ir con ellos por carretera para animar a Román. Observo su ritmo y me pongo delante para arrastrarlo un poco. Dice que son los mejores kms. del día (¡no será por el arroz!). Así llegamos a Melide. Le quito el barro en una gasolinera a mi bicicleta cantarina y vamos directos a la pensión Sony. Descansamos para luego darnos una ducha y solazarnos en una terraza que tienen en el 1er. piso. Luego bjamos a cenar. Ya sólo queda la última etapa… Mañana en Santiago. Da pena, pero la cosa se está poniendo complicada, ya casi ansío llegar para tener unos días de descanso…
Track y datos aquí.
Esta etapa incluye unos itinerarios míticos en el Camino de Santiago. La subida ó Cebreiro, al alto de Poio y el alto de Riocabo. Hoy ya comenzamos a notar los efectos que suelen aparecer en travesías. Yo estoy con una rinitis alérgica que no me deja respirar por las narices, estoy estornudando continuamente y, por ende, con la boca seca. Román, lo que es peor, aparece con la temida gastroenteritis. En principio dice de abandonar. Lo animamos y dice que va a seguir, con su ritmín, pero que lo va a intentar. Comenzamos subiendo el falso llano hasta Herrerías, pasando antes por Ambasmestas y Vega de Valcarce. 
Yo voy todo el tiempo con la boca abierta para introducir aire en mis pulmones y se me reseca la garganta, más a menudo. También trato de beber sorbos pequeños con asiduidad para contrarrestar ell efecto de la escasa salivación. Pero más me preocupa Román. De momento va bien; en ayunas y con el acuarius y la coca-cola. Así nos encontramos en Herrerías con el primer cruce. Yo opto por ir hacia La Faba. No sé si hago bien, pero quiero conocer la zona y comprobar si es tan terrible como la pintan. Mis amigos siguen hasta Piedrafita para después acceder Ó Cebreiro. Al principio bien, los paisajes maravillosos y el sendero rodeado de árboles. Pero pronto empieza el sufrimiento; pendientes de más del 30% plagadas de piedras y desniveles imposibles. 
Hay que bajarse de la bici y practicar empujing. la cosa va para largo… empiezo a estar arrepentido de venir por esta ruta. Así llego a La Faba.
Ahora la cosa se pone más fácil y afronto la Laguna de Castilla. Salvo algunos trozos el resto está ciclable. Llego así Ó Cebreiro. 
Veo la furgoneta. Busco a las chicas y tomo un café con ellas. Me aprovisiono de pañuelos de papel para mi rinitis. Al poco llegan Argimiro y Román. Este último viene cansado, pero con ganas y con la alegría de haber llegado. Continuamos, pasando por Liñares, Alto de S. Roque y Hospital para acceder al Alto do Poio.
Luego pasamos por Fonfría, Viduedo con pistas ya típicas de nuestra tierra.
Me recuerdan a las que habitualmente hacemos el grupo de Bicinenazas, y llegamos a Triacastela. Gran ambiente. Los peregrinos toman posiciones para comer en las terrazas. El sol aprieta y una cervecita y reponer fuerzas se impone.
Nosotros decidimos seguir. La alternativa: alto de S Xil y ya hacia Sarria. A ver si llegamos a comer. Tomamos los tres el camino y pasamos por sendas ya típicas de Galicia: hermosas y con frondosidad incluida. Entre el calor, el cansancio y las “averías” corporales, los últimos kilómetros se hacen eteeeerrrrnnnnoooossss.
Pero por fin llegamos a comer el pulpo y la carne ó caldeiro Á Cantina en Sarria. Lo primero: una caña bien fresquita, venía con sed. Al final el casi litro y medio del camelback no fue suficiente. Comimos y a descansar. Hoy la etapa fue dura por las circunstancias descritas. Compro antihistamínicos para mi alergia, sino no sé como voy a hacer y ayer me tragué dos mosquitos por ir con la boca abierta, je, je…
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La bajada del Acebo es vertiginosa. De hecho Cintia la hostelera me comenta que no lo intente por el camino por lo menos hasta Molinaseca, que es muy peligroso. 
Ya veremos. Nada más salir, noto con preocupación que las pastillas del freno de la rueda trasera “cantan” con un sonido metálico. Las observo y veo que ya comienza a tocar el disco. No me atrevo a tentar la suerte y bajo con cuidado por la carretera, procurando usar exclusivamente el freno delantero, y con mucho cuidado… La bajada es de vértigo. 
Atravesamos Riego de Ambrós y luego Molinaseca, donde retomo el camino, a través del que entro en Ponferrada. Busco un taller de Bicis y me conducen (¡oh fortuna!) al taller Choli. 
Allí el amable mecánico me revisó las pastillas y sentenció: “Están lamidas; un poco más y te cargas el disco”. En menos de media hora me limpia el mecanismo de freno y cambia las pastillas. Por suerte tenía las mías. 17 € y a probarlas y continuar la marcha. Gracias, amigo. Continúo por el camino cruzando Columbrianos, Fuentes Nuevas y Camponaraya. De aquí a Cacabelos voy atravesando viñas y más viñas por un camino de tierra y piedras con algunos, pocos, árboles que me cubren del aplastante sol que cae sobre mi. Estoy quemado, pero hoy me puse crema de protección. 
En Cacabelos he quedado en la Moncloa con mis amigos. De allí nos dirigimos a la pastelería La Golondrina que nos obsequian con unos deliciosos pasteles que comemos en el parque, donde aprovecho para ajustar los frenos (me estoy haciendo un experto), pues no soporto ya los “dichosos mp3”. 
Así llegamos a Villafranca del Bierzo, atravesando por un camino más viñedos y muchos cerezos. 
Salimos atravesando el hermoso puente de piedra sobre el río Cúa y tal como nos dijo un lugareño vamos buscando el carril para bicis que bordea el río Valcarce y la antigua carretera y nos va conduciendo a Pereje, Trabadelo y La Portela, nuestro punto de destino, donde llegamos a la hora de comer. Comemos en el Hostal El Peregrino, donde, además, pernoctaremos y descansamos un poco. La etapa de hoy fue sencilla, de descanso, para afrontar mañana O Cebreiro y llegar a Sarria. ¡Entramos en Galicia!.
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Hoy la hostelera nos tenía el desayuno preparado a las 8:30. Bajamos todos a desayunar en el agradable comedor que tienen en la casa y una vez dada cuenta de las viandas, tomamos el camino. Eran las 9:30 (como todos los días).
Yo, como siempre retomo el camino, mientras mis amigos van por la carretera. Quedamos en vernos en Rabanal del Camino. El camino ya comienza a ser distinto. Hay unas pendientes de senderos empedrados que transcurren a través de robles y de encinas. Ya es más entretenido y requiere algún esfuerzo para alguna “tachuela” que se va presentando. Me encuentro a una pareja joven en bici. Él lleva un transportín y la subida se le hace dura… Así seguimos, adelantando peregrinos que van penosamente subiendo la prolongada y suave pendiente, entre guijarros y algún charco que otro para amenizarnos el camino. Así llego a Astorga.
Grandiosa villa que domina la inmensa llanura. Admiramos su hermosa Catedral y el Palacio Episcopal de Gaudí. Sellamos en la oficina de información turística y seguimos. Yo por el camino. Paso por Santa Catalina de Somoza y el Ganso donde encuentro a otro grupo de escolares que están haciendo el camino con su profesor. Son de León. Hay un trozo de sendero que está plagado de raíces. Es dificultoso evitarlas y, al mismo tiempo, peligroso no hacerlo. Sin dificultad llego a Rabanal.
Espero a mis amigos y juntos emprendemos la subida a Cruz de Ferro. Yo por el sendero que va paralelo a la carretera pero tan cerca que nos permite ir hablando entre nosotros, aunque yo voy en una cota un poco más alta. Está bien para no perder cota, como diría el amigo Julián. A veces se hace dura la subida, por la pendiente y los pedregales que con las últimas lluvias están lavados y sin soporte de tierra. Paso por Foncebadón atravesando el pueblo por la empinada cuesta. Sólo se ve vida en un albergue que está abierto y que acoge a algunos peregrinos que se quieren resguardar del calor sofocante. En un momento paso por una especie de humedales que no me permiten llegar seco a la cima. ¡Que se le va hacer! El barro forma parte del camino. Ya por fin, luego de una importante pendiente llego a la Cruz de Ferro. 
Estamos a más de 1500 m. de altura. El sol aprieta, pero el frescor de la montaña alivia el calor que he pasado subiendo. Echo mis piedras a los pies de la cruz y comienzo la vertiginosa bajada. Atravieso veloz Manjarín donde está un albergue de los templarios y llego en un plis plas a O Acebo. El hambre aprieta y vamos a comer al Mesón El Acebo el menú del día por 9,50 €. Lo que nos impresionó es el sitio que elegimos para dormir. Hasta hoy, el mejor: Casa Rural la Rosa del Agua. Estamos como en casa, pero además está decorada y distribuida con un gusto excelente. 
Cintia nos recibe y hasta nos guarda ella las bicis… es de un amable impagable. Vemos las habitaciones y nos parece haber llegado al paraíso del Acebo. Después de descansar, echamos una parrafada en el magnífico jardín de la casa y luego a pasear por el pueblo y ver las hermosas vistas. También compramos en la tienda de Josefina algo para cenar. Nos lo preparamos y cenamos a gustísimo en la cocina de “nuestra” casa. Luego aún echamos unas cuantas canciones y Román nos deleitó con alguna poesía. Salimos a contemplar la luna creciente y el cielo estrellado y ya a dormir para mañana continuar la siguiente etapa.
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